La irradiación de componentes sanguíneos es un proceso en el cual los productos sanguíneos, como glóbulos rojos, plaquetas o plasma, son sometidos a radiación ionizante antes de ser transfundidos a un paciente. Esta irradiación tiene como objetivo prevenir la proliferación de células T linfocíticas presentes en la sangre del donante. Estas células T pueden causar una reacción llamada enfermedad injerto contra huésped transfusional (EICH), que puede ser particularmente riesgosa en pacientes inmunosuprimidos, como aquellos sometidos a tratamientos para el cáncer.
La irradiación de componentes sanguíneos tiene un propósito específico en el contexto del tratamiento del cáncer y otras condiciones médicas. Su utilidad principal es la prevención de la EICH, que ocurre cuando las células inmunocompetentes del donante atacan los tejidos del receptor. En pacientes con cáncer, especialmente aquellos que han recibido trasplantes de médula ósea o células madre hematopoyéticas, o aquellos que están sometidos a tratamientos inmunosupresores intensivos, la EICH puede ser una complicación grave.
Los pacientes que reciben componentes sanguíneos irradiados generalmente no experimentan síntomas específicos relacionados con la irradiación. La irradiación se realiza para prevenir la EICH y no como un tratamiento directo para los síntomas del cáncer. Sin embargo, es esencial monitorear la respuesta del paciente a las transfusiones y tratar cualquier síntoma relacionado con la transfusión en sí, como reacciones alérgicas o transfusionales.
Es importante destacar que la decisión de irradiar componentes sanguíneos se toma en función de la situación clínica específica de cada paciente y depende de factores como el tipo de tratamiento que están recibiendo, el tipo de cáncer, y si han recibido o están programados para recibir trasplantes de células madre hematopoyéticas. El objetivo final es garantizar la seguridad y la eficacia de las transfusiones en pacientes con riesgo de desarrollar EICH.